La suma de todos

«Cada nuevo amigo que ganamos en la carrera de la vida nos perfecciona y enriquece más aún por lo que nos descubre de nosotros mismos, que por lo que de él mismo nos da».

(Miguel de Unamuno).

 …

Recientemente leía de nuevo a Borges con un tema diferente, esta vez fue algo banal pero entretenido, era el libro “Manual de zoología fantástica” y al leerlo sentí como cuando alguien platica de nuevo con un amigo frecuente, uno de esos amigos al que ya le conoces hasta las expresiones; claro que Borges es muy versátil y ese conocimiento común es muy sutil.

Este reconocimiento sucede siempre con cada autor; me resulta muy simpático, por ejemplo, que luego de leer a Nietzsche o a Shakespeare mis pensamientos se expresan en ese lenguaje antiguo sin desearlo conscientemente, lo que siempre me parece divertido. Es como cuando después de juntarte con un amigo por cierto tiempo, terminas utilizando su acento, lenguaje o expresiones y de pronto de encuentras saludando a otros con un “¡Quiubas-dubas!” o diciéndole “compi” a medio mundo, es como ser un pequeño Zelig de Woody Allen.

El mismo Shakespeare decía “Los amigos que tienes y cuya amistad ya has puesto a prueba, engánchalos a tu alma con ganchos de acero”, sin embargo, yo pienso que cuando tienes un verdadero amigo, de esos que llegas a considerar hermanos, la sola convivencia se encarga de hacer esos enganches de acero, ya que sin importar la distancia o el tiempo se mantiene firme el lazo. Con los autores me parece igual, con frecuencia busco algo nuevo de mis favoritos, a ver que tienen de nuevo para contarme.

Me pregunto con frecuencia si estos autores pensaron en que alguien los llegaría a considerar tan familiares en su escritura, o a adoptar sus ideas, a concordar con sus pensamientos o incluso a discutirlos.

Jorge Luis Borges dice que “Cuando uno escribe, el lector es uno»; yo a veces leo lo que he escrito, incluso de años atrás, pero soy muy duro conmigo mismo y, aunque no he de negar que algunas cosas que escribí me han gustado, mi crítica personal es muy inquisitiva. ¿Me pregunto si tú que me has leído anteriormente te has quedado con algo o simplemente soy letras que pasan? ¿Alguna vez alimenté de algún modo tu mente o tus sentimientos?

Y hablando de ti mismo,  me pregunto y te pregunto ¿te sueles escuchar con atención o eres de los que se ignoran a si mismos prefiriendo escuchar a los demás? ¿O eres de los que ni siquiera se dirigen la palabra? Tal vez aquí diría Nietzsche, “Si vas a amar al prójimo como a ti mismo, sé de antemano, de los que se aman a si mismos”.

Hablar con un amigo durante un tiempo, así como leer a alguien, suele dejarnos una etiqueta en el habla o en el pensamiento, generalmente de forma positiva y pienso que esa socialización debe ser constante y variada a fin de nutrir nuestro pensamiento y estar conscientes de que somos una amalgama de seres con los que hemos convivido o de los que hemos aprendido, siendo, sin embargo, cada uno de nosotros una combinación única e irrepetible en el universo. Coincido con Sagan en que no sé si haya vida en otros planetas, pero sé que de haberla no serían humanos y sé que en definitiva, ningún ser en todo el cosmos sería como tú que me lees o como yo que te escribo y somos especialmente únicos los unos gracias a los otros y eso es absolutamente maravilloso, porque me encanta tener algo de Borges, de Shakespeare, de Nietzsche y gran parte de ti y sin embargo seguir siendo original, o como lo expresaría Ortega y Gasset, “yo soy yo y mi circunstancia”.

Desde mi propio Aleph, quedo con ustedes.

Hasta la próxima.

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4 respuestas a La suma de todos

  1. el ARQUI dijo:

    chale!!! que loko wee!!!… saludos…

  2. Jorge Garza dijo:

    Interesante. Cuatro grandes autores. De Twain sólo he leído «The adventures of Huckleberry Finn». Del maestro (bienamado) Lovecraft he leído casi todo en inglés. No hay autor que me haya inspirado más desde la primera vez que le leí que Lovecraft, creo que el otro sería Poe. Actualmente he recorrido las literaturas de oriente, tanto de China como de Japón, pero al final del día siempre vuelvo a mis clásicos mexicanos. Muy cierto, no importa que tanto leamos o cuántas influencias recibamos en nuestra escritura, siempre habrá algo totalmente nuestro, lo que nos identifica, nuestra poética personal.

    • thornevald dijo:

      Jorge, gracias por pasar.
      Es cierto, los clásicos mexicanos también son maravillosos; a mi me fascina «Aura» de Carlos Fuentes, es sumamente sensual y a la vez estremecedora.
      Salu2!

      • Jorge Garza dijo:

        Sí que sí, viejo.

        Últimamente me he puesto a releer los cuentos de Carlos Fuentes. «Aura» me sigue gustando, pero la sensación que deja «La muñeca reina» es indescriptible. O «Chac Mool». Por su parte, me pareció buenísimo su relato de vampiros «Vlad» que aparece en el volumen «Inquieta compañía». Imagínate a Vlad el empalador en plena Cd. de México, viviendo en una mansión porfiriana.

        ¡Un abrazo, viejo y hasta nuestra próxima reunión atea!

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